El que planta árboles, cosechará frutas .
Quien siembra trigo cosechará pan.
Quien siembra flores, obtendrá perfumes.
El que planta lealtad, cosechará buenos Amigos.
El que siembra alegría, recogerá felicidad.
Quien siembra la verdad, cosechará confianza.
El que planta sobre la fe, su cosecha está segura,
Quien cultiva afecto, recogerá gratitud.
Sin embargo, algunas personas prefieren,
Sembrar vientos y recoger tempestades.
Sembrar la tristeza y cosechar desconsuelo.
Cultivar odio y sembrar rechazo.
Sembrar la discordia y obtener soledad.
Sembrar indiferencia y cosechar el adiós.
Plantar la burla y juntar enemigos.
Plantar injusticia y cosechar abandono.
O sembrar cizaña y no cosechar nada.
Consciente o inconscientemente
siempre estamos sembrando.
Todos nacimos con el don de
sembrar y recoger en abundancia.
Tenemos la opción de usarlo para
sembrar cosas buenas y edificantes
o para cultivar cosas malas y destructivas.
Diariamente plantamos millones de semillas.
Debemos elegir sabiamente que tipo de naturaleza
queremos que nos rodee y cual fruto deseamos cosechar.
Yo he decidido cultivar siempre lo mejor.
Dios ya me ha preparado el terreno.
Gálatas 6:7: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado:
pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará".
Te invito a dar una mirada en en el huerto de tu vida y analizar
lo que has estado sembrando y que frutos esperas cosechar.
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