El hombre perfectamente santo y feliz





Dios hizo al hombre perfectamente santo y feliz; y la hermosa tierra no tenía, al salir de la mano del Creador, mancha de decadencia, ni sombra de maldición. La transgresión de la ley de Dios, de la ley de amor, es lo que ha traído consigo dolor y muerte. Sin embargo, en medio del sufrimiento que resulta del pecado se manifiesta el amor de Dios. Está escrito que  Dios maldijo la tierra por causa del hombre. (Génesis 3: 17) Los cardos y espinas — las dificultades y pruebas que hacen de su vida una vida de afán y cuidado— le fueron asignados para su bien, como parte de la preparación necesaria, según el plan de Dios, para su elevación de la ruina y degradación que el pecado había causado.


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