«¡El Señor llevará a feliz término su acción en mi favor! Señor, tu amor es eterno; ¡no dejes incompleto lo que has emprendido!»
Salmo. 138: 8.
Hace tiempo, mi madre me confesó que cuando supo que estaba embarazada de mí, se disgustó. Con veintitrés años y dos hijas, la economía iba muy ajustada, así que la llegada de un nuevo miembro a la familia la agobió. Años después me hizo saber que no solo no imaginaba su vida sin mí, sino que ha recibido las mayores bendiciones a través de ese bebé inoportuno, como conocer el evangelio. Ni una nueva vida ni un cambio de creencias estaban en los planes de mi madre, pero sí en los de Dios.
Para Dios todo lo que sucede en nuestra vida, y en el universo, tiene un propósito. «Porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él» (Col. 1: 16, NVI), es decir, para el propósito que él tenía en mente. «¿Hay alguien todavía que no sepa que Dios lo hizo todo con su mano? En su mano está la vida de todo ser viviente» (Job 12: 9-10). Si estas embarazada de un bebé no deseado, o si hay cosas en tu vida que no entiendes, ten fe, estás en las manos del Señor. Nadie es un accidente, ni fruto del azar, sino resultado de la obra de un Dios de amor, que «desde antes de crear el mundo nos eligió, por medio de Cristo, para que fuéramos solo de él» y que «nos amó tanto que decidió enviar a Jesucristo para adaptarnos como hijos suyos» (Efe. 1; 4.5 , NVI).
En su libro Una vida con propósito Rick Warren afirma: «Dios diseñó cada característica de tu cuerpo. Eligió tu raza a propósito, el color de tu piel, tu cabello y todo detalle. Hizo tu cuerpo a la medida, tal y como él lo quería. También dispuso todos los talentos naturales que posees y la singularidad de tu personalidad. La Biblia dice; “Me conoces por dentro y por fuera. Conoces cada hueso de mi cuerpo; sabes cómo fui hecho, parte por parte, cómo fui esculpido” (Sal. 139: 15). Puesto que Dios te hizo con un propósito, también decidió cuándo habías de nacer y cuánto has de vivir».* Y todavía eres para él una obra en proceso, un producto sin terminar. Todavía sigue Dios ajustando cada pieza de tu maquinaria.
Tomado de: Lecturas devocional es para Damas 2016
“Ante todo ser cristiana”
Por: Mónica Díaz
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