“Llénense del Espíritu Santo” (Efesios 5:18).
Cuenta Plutarco, el célebre historiador griego, que Alejandro Magno convidó a muchos de sus amigos a un espléndido banquete. Por supuesto, la comida, el alcohol, las mujeres… eran abundantes, y se esperaba allí un con sumado culto a la satisfacción propia. Dominado por la insensatez, el rey se puso de pie y anunció:
Vamos a celebrar un certamen de intemperancia. El ganador se llevara una corona valorada en un talento.
El talento era el equivalente a más o menos veinte años de salario de un obrero. Eso era -y sigue siendo- mucho dinero. En seguida se dio inicio a la competencia, y la gente comenzó a beber desenfrenadamente. Tan grande fue la borrachera que cuarenta y uno murieron en plena competencia. ¡Aquello fue un completo desastre! Finalmente, uno de los jueces pronunció las esperadas palabras: “El ganador es Prómaco”. Este personaje, cuya imprudencia era tan grande como feo era su nombre, recibió su corona, pero murió tres días después a causa de la borrachera. ¿Crees que valió la pena conseguir ese premio?
¿Te gustaría participar en un concurso que podría acabar con tu existencia? No creas que esas competiciones se limitaron a aquella época. En 2013 se celebró en una ciudad española un certamen similar al que nos cuenta Plutarco. El ganador se tomó siete litros de cerveza en tan solo veinte minutos. ¿Y qué le pasó? Murió esa misma noche.
Estos ejemplos comprueban la veracidad de la sentencia de Pablo: “No se emborrachen, pues eso lleva al desenfreno” (Efesios 5:18). Conozco a mucha gente, creyente y no creyente, que es lo bastante inteligente como para comprender que el alcohol no lleva a nada bueno; gente que ha decidido ser abstemia. Pero fijémonos en que, en el mismo pasaje, Pablo dice algo más: “Llénense del Espíritu Santo”. No es solo negarte a ingerir alcohol, sino también ser lleno del Espíritu de Dios. No vayas a creer que te puedes llenar del Espíritu por ti mismo. No, esa obra es de Dios, y él está dispuesto a hacerlo ahora mismo. “Pues si ustedes, […] -dijo Jesús- saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lucas 11:13).
¿No te gustaría ser lleno del Espíritu?
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
Por: J. Vladimir Polanco
Por: J. Vladimir Polanco
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