“El que trabaja tiene dulces sueños” (Eclesiastés 5:12, RVC).
El negrito del batey es una canción muy popular en los países caribeños. El tema lo grabó por primera vez en 1954 mi compatriota Alberto Beltrán, que en ese entonces residía en Cuba. En la primera estrofa, el “negrito” dice lo siguiente: “A mí me llaman el negrito del batey.
Porque el trabajo para mí es un enemigo.
El trabajar yo se lo dejo todo al buey.
Porque el trabajo lo hizo Dios como castigo”.
¿Será cierto lo que dice el “negrito”? No podemos pasar por alto que varias generaciones de jóvenes crecieron bajo la influencia de estas palabras. Precisamente, ideas como esas son las que han mantenido sumergidas en la pobreza extrema tanto a naciones como a individuos.
Contrario a lo que dice el “negrito del batey”, la primera mención del trabajo en la Biblia nada tiene que ver con el castigo. De hecho, el trabajo es una de las responsabilidades que se le dieron al hombre antes de la entrada del pecado. Mira lo que dice Génesis: “Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara” (2:15). Aunque el Edén era un lugar perfecto, Adán tenía que trabajar a fin de mantenerlo en buen estado. Comentando Génesis 2:15, David Atkinson hace esta atinada declaración: “La plenitud humana incluye su creatividad aplicada al trabajo” (Génesis 1-11, p. 79). En otras palabras, el trabajo es un medio a través del cual tú y yo podemos darle plenitud a nuestra existencia, puesto que al trabajar damos expresión a nuestros mejores talentos.
El trabajo no es una maldición, es una bendición. Incluso, el cuarto mandamiento es muy claro al decir: “Trabaja seis días” (Exodo 20:9). Salomón nos asegura que “el que hace bien su trabajo, estará al servicio de reyes” (Proverbios 22:29). Y Pablo categóricamente declara: “El que no quiera trabajar, que tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10). ¿Te imaginas qué sucedería con muchos de nosotros si se aplicara esta sentencia?
Jerónimo de Estridón tenía toda la razón cuando dijo: “Trabaja en algo para que el diablo te encuentre siempre ocupado”. No le creas al “negrito del batey”, el trabajo no es tu enemigo. El trabajo es un aliado indispensable para todo el que quiera un mejor porvenir.
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