“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”. Mateo 9:35
SALA DE EMERGENCIAS. No hace falta que seas enfermero ni médico de emergencias para que sepas lo que ocurre detrás de las dobles puertas batientes y de las cortinas que cuelgan de una sala de urgencias. Gracias al interés de la televisión en el drama y el trauma cargados de adrenalina de una sala de urgencias, parece que todo el mundo conoce el funcionamiento interno de ellas. Puede que hayas pasado tiempo en la atestada sala de esperas de una sección de urgencias hospitalarias cercana, o quizá fueras tú la persona a la que introdujeron en silla de ruedas por esas dobles puertas. Pero con independencia de que hayas experimentado o no personalmente una sala de urgencias, hay una simple verdad sobre Emergencias que todos conocemos intuitivamente: son lugares sucios.
¿Sabes por qué? Porque la gente acude a ellas en medio de una crisis. Entras en la sala de Emergencias y podrías percibir los olores de vómitos, orina, sangre coagulándose, desinfectantes, antisépticos antibacterianos y medicinas exóticas, todo ello flotando en el aire frenético de ese lugar salvador de vidas. Solo unos momentos antes, esas camillas y esas camas habían estado cubiertas de limpísimas sábanas blancas esterilizadas, rodeadas por paredes y suelos y por cortinas asépticos. Pero en una fracción de segundo ese entorno estéril se ensució, se salpicó y se contaminó. Pero está bien, porque todos los que trabajan y viven en un hospital lo saben: “Por esto existimos, por esto estamos aquí: para mancharnos y quedar expuestos mientras nos lanzamos como un equipo para salvar otra vida”, dirían ellos.
¿No se supone que es así en la iglesia de Jesús? ¿No se supone que hemos de ser lugares de salvación sucios y manchados, y en ocasiones malolientes, para la gente en medio de una crisis, gente que acude tal cual con la esperanza desesperada de salvarse y sanarse antes de que sea demasiado tarde? ¿No define el propio ejemplo de Cristo mientras estuvo aquí en medio de nosotros (como presenta nuestro texto de hoy) la misión de urgencias de la iglesia como un hospital para pecadores?
Entonces, ¿puedes imaginar una sala de Emergencias que requiera que sus pacientes se limpien antes de ingresar? ¡Ni de broma! No hay ningún hospital ni sala de urgencias en el mundo que requiera que te limpies y que te sanes antes de que te admitan. Se supone que has de acudir tal cual. Porque las salas de Emergencias y las iglesias se supone que son lugares sucios, en los que sigue apareciendo gente en medio de crisis que suponen una amenaza para la vida. ¿Qué mejor lugar para presentarse que la iglesia de Jesús?
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